Mi carácter impulsivo, cuando era niña me hacia reventar en cólera a la menor provocación, la mayoría de las veces después de uno de éstos incidentes, me sentía avergonzada y me esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: – ¡Estrújalo! Asombrado obedecí e hice con él una bolita. –…
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